Servicios funerarios en Cantabria: Tradiciones y Costumbres

Cantabria es una comunidad Autónoma con matices y peculiaridades únicas en sus costumbres funerarias. El tiempo ha ido modelando y perfeccionando, durante siglos, estas tradiciones. Arraigadas en el sentimiento popular, todas ellas tienen en común la honra y el respeto hacia los difuntosA continuación, se detallan algunas curiosidades acerca de los servicios funerarios en Cantabria tan singulares:

 

Servicios funerarios realizados en Cantabria

Cantabria conserva una rica tradición funeraria que ha sabido adaptarse al paso del tiempo sin perder el respeto por las raíces culturales de la región. Los servicios funerarios en Cantabria combinan hoy en día las costumbres ancestrales con las necesidades y sensibilidades del presente. Desde el velatorio hasta el entierro o la cremación, cada paso del proceso es acompañado con profundo respeto, simbolismo y, cada vez más, personalización.

Actualmente, los tanatorios y funerarias cántabras ofrecen servicios completos y adaptados a todo tipo de creencias, abarcando tanto ceremonias religiosas como laicas. Asimismo, cada vez más familias optan por despedidas personalizadas, homenajes a la vida o servicios que permiten recordar al ser querido de una forma más íntima y significativa, como las despedidas al mar o la conservación de cenizas en joyas conmemorativas.

  • El velatorio:

El velatorio es una de las tradiciones funerarias más arraigadas en Cantabria y en toda España. Aunque su forma ha cambiado, su significado permanece: acompañar al difunto y brindar apoyo a sus seres queridos en las primeras horas tras el fallecimiento.

Tradicionalmente, este rito tenía lugar en el hogar del fallecido. Allí, la familia y los vecinos se reunían durante uno o varios días para velar el cuerpo, rezar por su alma y compartir recuerdos. Se trataba de un espacio íntimo, donde se realizaban prácticas como amortajar al difunto, colocar una vela encendida en la ventana como señal de duelo, o incluso cubrir los espejos en señal de respeto. Estas costumbres, aunque menos frecuentes hoy en día, sobreviven en zonas rurales o en familias que conservan vivas estas raíces.

Con el paso del tiempo, el velatorio se trasladó a los tanatorios, espacios preparados para ofrecer comodidad, privacidad y recogimiento. En estos lugares, se mantiene la esencia de la tradición, permitiendo que amigos y familiares acompañen al fallecido y compartan su duelo. En la actualidad, los velatorios también pueden incluir elementos personalizados: desde música hasta fotografías, cartas o vídeos conmemorativos.

En Cantabria, muchas familias siguen considerando el velatorio como un momento clave para honrar la memoria del ser querido y fortalecer los lazos familiares y comunitarios.

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  • Entierros:

Los entierros en Cantabria siguen siendo, en muchos casos, actos de profundo simbolismo religioso. La tradición católica, muy presente en la región, ha marcado históricamente el desarrollo de las ceremonias funerarias. Tras el velatorio, el cuerpo del difunto era llevado al templo correspondiente —iglesia, capilla o ermita— donde se celebraba una misa funeral en su honor. Posteriormente, se realizaba el cortejo fúnebre hacia el cementerio, donde tenía lugar la inhumación.

Hoy en día, esta estructura clásica sigue vigente, pero se ha abierto a nuevas formas de despedida. El aumento de personas no creyentes o con creencias distintas al cristianismo ha dado lugar a ceremonias civiles, laicas o espirituales personalizadas, en las que se pone en valor la vida y el legado del difunto desde una perspectiva más íntima y emocional, sin necesariamente recurrir a un rito religioso.

La flexibilidad de los servicios funerarios actuales permite realizar entierros en cementerios municipales, parroquiales o incluso ecológicos, donde se entierran urnas biodegradables en entornos naturales.

  • La Limosna de Ánimas

Dentro del calendario funerario y espiritual de Cantabria, destaca una tradición especialmente arraigada en algunas comarcas rurales: la Limosna de Ánimas.

Esta costumbre se celebra cada 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos, y consiste en que vecinos o representantes de la comunidad acuden casa por casa, o a las puertas de las iglesias, pidiendo limosna en nombre de las almas del purgatorio. El dinero recogido se destina a la celebración de misas por el alma de los difuntos, como muestra de caridad cristiana y solidaridad espiritual.

El origen de esta práctica se remonta al siglo XVIII, y aunque ha disminuido en intensidad en las últimas décadas, todavía se mantiene viva en muchos pueblos, especialmente en entornos rurales y comunidades donde las tradiciones se conservan con especial devoción.

Además de su carga religiosa, la Limosna de Ánimas refuerza el sentido de colectividad y memoria compartida, recordando que el vínculo con quienes ya no están sigue presente, no solo en las familias, sino en todo el tejido social.

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Peculiaridades funerarias en Cantabria

Una de las costumbres heredadas de la tradición popular, y que aún perdura en algunas zonas de Cantabria, se realiza en las casas mortuorias. Esta práctica consistía en dejar abierta una ventana de la casa, donde se encontraba el difunto expuesto en el velatorio. La finalidad era que su alma no quedase atrapada en el interior de la vivienda y que, de este modo, pudiese salir y ascender al cielo, descansando en paz.

Actualmente, esta costumbre prácticamente ha desaparecido. Los velatorios se realizan en tanatorios e instalaciones dedicadas a los servicios fúnebres, donde se reúnen los allegados y familiares de la persona fallecida para acompañarla. 

 

Con todo, esta costumbre aún perdura en la memoria de muchas personas, siendo una muestra de la riqueza de la cultura cántabra en torno a la muerte.

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