Cantabria es una comunidad Autónoma con matices y peculiaridades únicas en sus costumbres funerarias. El tiempo ha ido modelando y perfeccionando, durante siglos, estas tradiciones. Arraigadas en el sentimiento popular, todas ellas tienen en común la honra y el respeto hacia los difuntos. A continuación, se detallan algunas curiosidades acerca de los servicios funerarios en Cantabria tan singulares:
Servicios funerarios realizados en Cantabria
El velatorio:
Esta costumbre funeraria, ampliamente extendida por todo el país, es especialmente emotiva en Cantabria. Durante uno o dos días, amigos y familiares del difunto se reúnen en el tanatorio o el lugar preparado para la exposición del cadáver. Antiguamente y, hasta no hace tantos años, el velatorio era costumbre realizarlo en la casa de la persona fallecida. Allí se efectuaban otras tradiciones íntimas, como la de amortajar al difunto o colocar una vela en la ventana en señal de duelo. Este proceso era acompañado de oraciones por el alma de la persona fallecida.
Costumbres de antaño, cuya esencia aún perdura en algunos casos, durante la práctica del velatorio actual.
Entierros:
En Cantabria, como en muchas otras regiones, ha sido tradición durante siglos la celebración de misas tras el fallecimiento de una persona. Los cuerpos eran introducidos en féretros y, tras la celebración del velatorio, se trasladaban hasta los templos, capillas o ermitas, donde tendrían lugar estas celebraciones. Tras esta el oficio religioso, el difunto era trasladado hasta el camposanto, donde se le daba sepultura.
Actualmente, tanto en Cantabria como en el resto del país, el carácter que se le imprime a los entierros es algo distinto al de generaciones anteriores. La convivencia de distintas creencias y, por tanto, costumbres, se manifiesta en prácticas funerarias y entierros sin celebraciones religiosas, o con ceremonias distintas a las católicas.
Sin duda, una de las tradiciones religiosas más singulares que se realiza en Cantabria en recuerdo a los difuntos es la asociada al culto a las almas o ánimas. Esta costumbre, que aúna el carácter funerario con el sentimiento religioso, tiene lugar cada día 2 de noviembre, en conmemoración de los difuntos.
Se trata de la Limosna de Ánimas, una costumbre que hunde sus raíces en el siglo XVIII y que es mantenida en la actualidad. Esta práctica consiste en acudir a las puertas de los lugares de culto religioso, como iglesias o ermitas, con la finalidad de pedir limosna para el culto a las almas.
Peculiaridades funerarias en Cantabria
Una de las costumbres heredadas de la tradición popular, y que aún perdura en algunas zonas de Cantabria, se realiza en las casas mortuorias. Esta práctica consistía en dejar abierta una ventana de la casa, donde se encontraba el difunto expuesto en el velatorio. La finalidad era que su alma no quedase atrapada en el interior de la vivienda y que, de este modo, pudiese salir y ascender al cielo, descansando en paz.
Actualmente, esta costumbre prácticamente ha desaparecido. Los velatorios se realizan en tanatorios e instalaciones dedicadas a los servicios fúnebres, donde se reúnen los allegados y familiares de la persona fallecida para acompañarla.
Con todo, esta costumbre aún perdura en la memoria de muchas personas, siendo una muestra de la riqueza de la cultura cántabra en torno a la muerte.
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